La llamada telefónica me cogió por sorpresa. No era que
no la esperase, la deseaba tanto que dolía, mirando el teléfono a cada instante
esos días, llevándolo conmigo a todos lados y saltando cuando sonaba por alguna
llamada ocasional de publicidad.
Pero por fin, tras un par de días de agonía, Junsu me
llamó. Mi primer pensamiento fue que volvería a ver a Yunho, quitándome la idea
de la cabeza, pero sin poder evitar una sonrisa.
Me había metido en ese mundo por una razón y ahora era
tiempo de enfrentar mis decisiones. Junsu me había aclarado que solo sería por
un par de semanas, ayudando con la limpieza del local, con la cena incluida y
el transporte, diciéndome que llevara la documentación pertinente al otro día.
Así que el jueves me encaminé al bar. En mis nervios,
había llegado varias horas antes de la apertura, pero no me importó esperar. Me
senté en el parque a calmar mis nervios, y pensar cuánto había cambiado mi vida
en poco más de una semana.
Por supuesto aún me quedaba mucho por aprender, pero era
increíble como mi decisión de dejar de esconderme en mis círculos de seguridad,
había dado por resultado mis primeros pasos tambaleantes en esa nueva vida.
Miré a la gente pasear a sus perros, caminar sin prisa entre las escasas hojas
caídas o hacer deporte, con la luz de la tarde filtrándose entre las ramas de
los árboles, tocando los bordes de la laguna, donde los patos nadaban sin frío
en el helada agua de los primeros días invernales.
Los días comenzaban a ser más fríos y el viento del norte
traía el olor de la lluvia lejana. Unos veinte minutos antes de lo que
consideré apropiado, me levanté y regresé al local. El bar estaba aún cerrado,
pero me dio tiempo de observarlo con atención. Iba a ser mi lugar de estancia
por unos días, y eso era suficiente para tenerle cariño.
Me di cuenta que la luz de la tarde incidía sobre el
techo del edificio, arrancándole suaves destellos, que le hacían parecer
rodeada por una suave aura, como si fuese tocada por la mano de Dios.
Sonreí porque recordé que era una iglesia, y aún cuando
ahora era un bar, la tierra donde estaba construida seguía siendo tierra
sagrada. Y sobre todo, ¿Qué podía ser más sagrado que el amor? Incluso en sus
expresiones más paganas y naturales, ese sentimiento se sobreponía a todo lo
demás.
Bueno, yo era un romántico por entonces, y lo sigo
siendo. Me senté fuera de la puerta trasera, con el corazón latiendo aún
nervioso en mi estómago, los papeles requeridos aferrados a mi mano.
¿Empezaría hoy? Tras unos 10 minutos de espera, escuché
un par de voces acercándose. Pronto vi a Junsu caminar lado a lado de un hombre
un poco más alto que él, de cabello oscuro y ojos marrones oscuros.
Iba vestido de negro, en contraste con la ropa blanca de
Junsu y me pareció que ambos encajaban, tan perfectamente como las piezas de un
juego de ajedrez. Junsu sonrió al verme y me tendió la mano.
-
¿Has
estado aquí mucho tiempo?
- Solo
un rato. Quería dar una vuelta por el parque y visitar a los patos- dije
estrechándosela.
Levantó una ceja curiosa por un instante y me señaló al
hombre a su lado.
- Cariño,
éste es Kim Jaejoong. Jaejoong, él es mi pareja y orgulloso propietario del
local, Park Yoochun dijo mientras guiñaba un ojo.
-
Mucho
gusto.
-
Un
placer- respondió con voz serena.
Abrieron la puerta y entramos por la cocina al oscuro
pasillo. Pude oler a madera y alcohol, y un leve olor entre perfume almizclado
y sudor.
Todos los olores contenidos de los cuerpos que habían
bailado y amado las noches previas. La luz de la tarde iluminaba en contraste
la barra, y me pareció que su reflejo era cálido y familiar. Mi corazón se
sintió por fin a salvo.
-
¿Traes
toda la documentación contigo?
me sobresaltó la voz de Junsu. Asentí en silencio
- Bien,
vamos a la oficina. Tendrás que firmar un documento, aceptando todas las
condiciones que habíamos acordado. No es un contrato en toda regla, pero es
mucho más oficial que un contrato verbal. ¿Imagino que no tienes ningún
problema con ello, verdad?
-
No.
Después de todo lo que había pasado, por supuesto que no
me iba a echar atrás y sabía que Junsu lo sabía, pero agradecí que lo
preguntara de todas formas.
Subimos la escalera, que sospeché era parte original de
la iglesia, pero había sido reformada. La suave madera de los pasamanos estaba
pulida, y de alguna manera la sentí cálida bajo mi piel. Quizás era
porque mis manos estaban muy frías. La oficina era cómoda y elegante, no muy
grande, pero lo suficiente para no sentirme sofocado.
Entregué mis papeles, firmé el contrato e hice la
pregunta que me moría por hacer desde que habíamos entrado.
-
¿Cuándo
puedo empezar?- Junsu me sonrió.
-
Vamos
abajo, y te presentaré a los demás de forma oficial
me despedí en un silencioso gesto del dueño, y le seguí
mientras nos acercábamos a la escalera
- Como
has visto, la limpieza aquí debe hacerse a diario para mantener las condiciones
del local. De momento, Yunho y Heechul se encargan de ello. Tú estarás a su
disposición para lo que sea que necesiten.
-
Por supuesto.
- Imagino
que no tienes ninguna experiencia con ello- yo negué con la cabeza- Bueno, no
pasa nada. Ellos te dirán lo que haga falta. Ah, lo olvidaba- dijo deteniéndose un Momento, acercándose a
mi oído.
- Ambos
son muy buenos chicos, y no creo que tengas problemas si te limitas a hacer tu
trabajo. Yunho es serio. Y bueno, Heechul es... es un tanto difícil de tratar,
pero te voy a pedir que seas amable con él, de acuerdo? Somos como una familia,
y no nos gustan las peleas entre nuestros niños
Eso me hizo sonreír. Había un tono de advertencia en su
voz pero también de afecto, lo que me hizo sentir a salvo de nuevo.
Pensé que había estado acertado y no me había equivocado
en la naturaleza del local. No solo era un bar, había mucho más allí.
-
Lo
tendré en cuenta Junsu, y haré todo lo mejor que pueda
le aseguré de corazón. Sabía desde un principio que a
Heechul no le caía en gracia, y le iba a costar aceptar mi presencia, pero solo
eran un par de semanas.
Podría lidiar con ello. Al bajar, me di cuenta que tanto
Yunho como Heechul ya estaban allí. Mis ojos se encontraron con los ojos miel,
y no pude evitar sonreír.
- Chicos,
éste es Kim Jaejoong. Comenzará a trabajar hoy con nosotros, durante un par de
semanas. Se encargará de la limpieza y otros menesteres que hagan falta, hasta
la hora de apertura. Ellos son Kim Heechul, nuestro bello y talentoso barman, y
Jung Yunho, nuestro guardián de las puertas. Si tienes cualquier pregunta sobre
tus labores, ellos te las aclararán.
-
De
acuerdo
Noté como Heechul alzaba una ceja y hacía un Mohín con la
boca, en gesto fastidiado hacia mí.
- Si
tuvieses que quedarte un poco más algún que otro día, te lo informaré- asentí en silencio- Después de la
hora de apertura, puedes quedarte un rato si lo deseas. Heechul te dará un par
de refrescos, por cuenta de la casa- vi que el chico abría la boca para
protestar, pero se callaba.
Junsu sonrió
- Si es
en horario fuera de trabajo, no me importa que los clientes se vuelvan ligues.
Pero solo fuera del local- dijo
con mucha claridad y sospeché que no me lo decía solo a mí.
Me dio una palmadita afectuosa y se giró para marcharse
-
Chicos,
se los encargo- dijo antes de marcharse
escaleras arriba.
Me quedé mirando su figura desaparecer, antes de tener
que enfrentarme a mi destino, llamado “Heechul”.
Pero cuando me volví, me encontré en cambio con la enorme
figura de Yunho frente a mí.
-
Bienvenido- dijo con una suave sonrisa en la mirada,
estirando su mano.
- Gracias.
Es un placer- respondí, estrechándola y disfrutando de su
calidez. Al menos tenía un aliado
- Es un
placer conocerlos a ambos- dije
mirando a Heechul, quien sacudió la cabeza, lanzando un bufido por todo saludo.
-
Volví
la mirada a Yunho, soltando su mano
- ¿Me
gustaría ayudar. Qué puedo hacer?- él
asintió con la cabeza y abrió la boca para hablar, pero fue la voz de Heechul
la que se escuchó.
-
Qué el
novato limpie el baño- dijo
con sonrisa malvada.
-
Por
supuesto. Dónde están los productos de limpieza?
Pregunté, esperando que me dijese que tenía
que hacerlo con mi cepillo de dientes, luego de mil flexiones (Señor, sí señor)
pero Yunho me condujo a la cocina.
-
Aquí
tienes todo lo que hace falta. El fregador y el cubo están por allí- señaló.
Yo me Mordí los labios al ver tantas botellas de
plástico, con tan distintos contenidos.
- Siento
hacer esta pregunta, pero... Es la primera vez que me encargo de esto, después
de casa claro, pero... Qué líquido se supone que tengo que utilizar?- me arriesgué.
Pensé que lanzaría un bufido fastidiado como el otro
chico, pero solo me sonrió con calidez, sacando las botellas y poniéndome al
tanto de su uso.
También me dio un par de guantes y me enseñó a lavar el
cubo.
- Hay
que tirar la usada en el fregadero y poner agua limpia, cada vez que se limpie
un área. Es mejor que barras antes de fregar. Si hay alguna mancha difícil,
solo dejas un poco de lejía encima y la retiras con algo de papel antes. Las
ventanas son fáciles de limpiar. Yo me encargaré de las que estén más arriba.
-
Gracias
Yunnie. Tus consejos son de mucha ayuda- le
dije de corazón.
Me miró un instante en silencio y luego me dio una
sonrisa radiante, que iluminó el lugar.
-
De
nada. Estaré por aquí cerca, si necesitas algo más.
Me retiré con los implementos necesarios para encargarme
del baño, con el corazón más ligero tanto por sus consejos, como por el tono
calmo y amigable de su voz, el tiempo que se había tomado para enseñarme, y por
que era la primera vez que veía una sonrisa tan bella.
Heechul Movió la cabeza, y me miró con desdén cuando me
vio. Entré al baño y me dispuse a mi primera batalla en serio contra los
gérmenes. Nunca me había gustado limpiar, y en casa hacía lo mínimo y necesario
para mantener a las cucarachas a raya, pero aquí hablábamos de ligas mayores.
Un baño de bar no es asunto pequeño, ya que entran
decenas de personas en una sola noche, personas con gérmenes y enfermedades
desconocidas, a las que yo tenía que enfrentarme armado solo con algunos
productos y un par de guantes.
No me extrañaba que Heechul me hubiese mandado al campo
minado, nada más entrar. Era una prueba de valor y tendría que superarla, o
Morir en el intento. Hice lo mejor que pude, y al terminar la dura labor,
estaba sudando a mares.
Salí para tirar el agua sucia y respirar un poco de aire,
libre del aroma a químicos ya que no había ventanas en el baño, cuando la voz
de Heechul me detuvo.
-
¿Ya
has acabado?
- Sí,
eso creo. ¿Echarías un vistazo? Me gustaría saber si lo he hecho bien- de inmediato el chico se acercó al lugar.
No has limpiado el techo- dijo alzando una ceja. Le miré
extrañado. Señaló con el dedo a unas cuantas manchas, de las que no me había
percatado.
-
¿Es
humedad?
- Ja,
humedad... Estás en un bar gay, chico. Aquí los baños no se usan solo para
mear.
-
Quieres
decir que es... pero... ¿CóMo llegó allí arriba?
- ¿Quieres
que te haga un dibujo? Venga, no me hagas perder el tiempo y has tu trabajo
como deberías, o vete a llorar a casa-
replicó, antes de pasar por mi lado y volver a lo suyo.
Me quedé mirando el techo unos segundos. ¿Qué se suponía
que tenía que usar para quitar eso? Y cómo demonios iba a llegar hasta allí
arriba?
Me acerqué a la cocina, buscando a Yunho. Estaba otra vez
ocupado en descargar las cajas con botellas de refrescos. Al verme, acomodó la
que llevaba y se volvió hacia mí.
-
¿Algún
problema?
-
No,
bueno... solo. ¿Hay alguna escalera? Es que tengo que limpiar el techo.
-
¿El
techo?
-
Del
baño- Asintió comprendiendo.
- No hay
escaleras para ello. Por lo general Heechul y yo estiramos el mango del
fregador- dijo algo pensativo, imagino que sopesando
mi estatura.
-
¿Quizás
podría usar una silla?
-
Si
tienes cuidado de no caerte-
parecía preocupado- Puedo encargarme, si quieres...
- No,
no. Es parte de mi trabajo y tengo que hacerlo. Gracias de todos Modos. Tendré
cuidado. Ahora solo tengo que descubrir que producto usar para quitar el sem...
digo, limpiar las manchas allí arriba.
Yunho sonrió, sacando una botella y una bolsa de
plástico, para alargármelos.
-
Ponte
la bolsa en el pelo. Así evitarás que te caiga encima...
- Uff,
no me des detalles, Yunnie. No quiero perder tan pronto mi inocencia y juventud- Se rió con ganas y no pude evitar hacerle
coro.
Me alejé para terminar con mi tarea. Al final, sobre una
silla y fregador en mano, logré quitar las manchas del techo tras mucho
esfuerzo.
Cuando concluí, y me miraba el pelo y los hombros en el
espejo para ver si me había caído algo, Heechul apareció en la puerta con su
eterna sonrisa socarrona.
-
¿Ya te
vas acostumbrando a la vida corrupta del mundo gay? se burló.
Le sonreí.
-
Eso
intento. Por lo visto no todo son rosas y bombones
puso los ojos en blanco
-
¿Tú y
Yunho se encargaban de limpiar esto todos los días, no?
-
¿Quién
si no?
Realmente sois admirables- murmuré mirando mi trabajo. Me
parecía que había corrido un maratón de limpieza, y eso que solo llevaba allí
menos de media hora.
-
Puff,
los halagos no te van a llevar a ninguna parte.
- No, lo
digo en serio. Os encargáis de todo el trabajo pesado aquí, más de la clientela
por la noche. Cada noche. Eso es realmente admirable
Me miró con los ojos estrechados en finas rendijas, sin
decir nada por un Momento.
- Es
nuestro trabajo, eso es todo. Son Junsu y Yoochun quienes se llevan la peor
parte- Yo asentí, dándole la razón.
- Es un
trabajo en equipo. Y sois todos un gran equipo- Se dio la vuelta para
marcharse, pero me miró por sobre el hombro.
- No sé
lo que pretendes, y no me importa lo que piensas. Si Junsu quiere que te
aguante por dos semanas, lo haré. Pero no creas que eres parte del equipo. Así
que no gastes tus palabras azucaradas conmigo. No me caes bien, para que te
enteres.
- Gracias
por ser sincero, Heechul. Haré lo mejor que pueda para ser útil y no estorbar- le aseguré.
Me dio una última mirada y un bufido antes de salir.
El resto se me hizo algo menos pesado, aunque limpiar la
parte del local que me correspondía me ocupó la mayor parte del tiempo y cuando
terminé, estaba envuelto en un mar de sudor, pero feliz.
Heechul no se había vuelto a meter conmigo, pero sentía
su mirada seguirme mientras barría y fregoteaba el suelo de la pista de baile.
Los rincones eran otra cosa. Había restos allí, cuya procedencia prefería
ignorar.
Tras dejar los utensilios de limpieza otra vez en su
lugar, me acerqué al bar. Heechul no se había alejado de la barra y Yunho
estaba a medias apoyado sobre ella, tocando pensativo la madera con su gran
mano.
Al verme, alzó la cabeza y me dio una bella sonrisa.
- Es la
hora de cenar- anunció. Miré el reloj en la pared del bar
entre líneas de botellas y vi que eran las 8. Me había parecido que era más
tarde.
-
¿Vais
a algún lugar?- Yunho Movió la
cabeza, pero fue Heechul quien habló.
-
No
seas idiota. No tiene sentido irnos, ahora que el local está a punto de abrir.
- Cogemos
la comida de un local cercano. Tienen buenos bocadillos- explicó pacientemente Yunho, dándole una
mirada a Heechul, quien levantó una ceja displicente.
-
Yo
estoy a dieta. Espero que hayáis pedido ensalada para mí.
- Pero
si no tienes ni un gramo demás. ¿Para qué necesitas hacer dieta?- pregunté.
El chico me miró con sus ojos muy abiertos, entre
sorprendido y ¿sonrojado? Oí que Yunho ahogaba una risa. Heechul le golpeó con
un paño.
- A
diferencia de ti, yo sí me preocupo por mi aspecto, chico raro- respondió, mirándome con desafío.
Di un salto, para sentarme en un alto taburete frente a
la barra y mirarle más de cerca.
- Eso es
obvio. Yo soy una rana fea, pero tú eres muy guapo Heechul. Y quien no sepa
apreciarlo, es un tonto- le
aseguré, mirando sus ojos.
No había enojo allí, sino más bien algo de duda y creí
notar que también un temblor de anhelo, pero se apartó pronto, Moviéndose hacia
la caja.
-
Llévate
al novato de aquí. Y no olvides la comida de Junsu y Yoochun- mangoneó a Yunho, quien rodó los ojos en
silencio, y me hizo un gesto para que le siguiera hacia la puertatrasera.
Tenía calor por la reciente actividad, pero me puse el
abrigo de todas maneras, antes de salir con él al frío exterior. Yunho caminaba
a mi lado silencioso, y cuando volví el rostro para mirarle, me dio una mirada
algo triste.
-
¿Qué
sucede Yunnie?
No pude evitar preguntarle. Me había cuidado esa tarde,
aconsejado y brindado una cálida bienvenida con su amistad. Me dolía verle inquieto
por algo, pero solo negó con la cabeza, dándome una sonrisa triste, con ojos de
cachorro abandonado
-
¿Estás
preocupado por algo?
-
Estoy
bien.
-
¿En
serio?- asintió en silencio.
Seguimos caminando lado a lado, y deseé desesperadamente
poder decirle algo más, aprovechar el poco tiempo que teníamos juntos a solas,
sin Heechul lanzándome dardos, solo él y yo.
Eso me hizo recordar
- Junsu
tenía razón. Dijo que Heechul sería un hueso duro de roer y que me pondría las
cosas difíciles. No con esas palabras, pero eso quiso decir- cuando le miré, vi que tensaba la mandíbula- Quiero
decir, es obvio que no le caigo bien, ya me lo dijo en mi cara, pero... ¿Hay
que intentar ser amables con todos, no? ¿Incluso con aquellos que no lo son
contigo... verdad?- balbuceé, al ver que me miraba a los ojos
directamente, sus iris doradas fundidas prendidos a los míos. Parecía...
¿Enojado?
Me di cuenta de que nos habíamos detenido en
el camino. Alcé las manos hacia él.
- Lo
siento, Yunnie he sido imprudente al hablar así, de un compañero de trabajo que
no conozco de nada. Tú llevas más tiempo con él y sabes como manejarlo. Solo,
solo quería... Es que has sido tan bueno conmigo. Y Heechul es un poco pesado,
pero no quiero estropear las cosas, en serio.
- Solo
quiero llevarme bien con todos aquí... por el poco tiempo que esté- creí ver que se tranquilizaba.
Lanzó un suspiro profundo, pasándose la mano por el
cabello
- Lo
siento si he dicho algo incorrecto. Solo pensé en ser sincero. No te enfades
conmigo, yunnie- le vi sonreír, y sus ojos
adquirieron otra vez la suave calidez que me hacía sentir a salvo.
- No te
disculpes. Lo entiendo. Y sí, Heechul es difícil de manejar. Parece algo
agresivo pero...
-
Solo
actúa coMo un niño pequeño y mimado. Es tan obvio!- ambos nos reímos.
Me acerqué y agarré con un dedo el borde del bolsillo de
su chaqueta, deseando meter las manos allí junto con las suyas
- Gracias
por hacer mi primer día más llevadero. Si no fuera por ti, estaría ahora
tratando de ahogar mis penas en el cubo de la limpieza, abrazado sin consuelo
al fregador.
-
No
parece un plan muy divertido.
-
Y
menos para el fregador- sonrió
y tiré un poco de él hacia mí
- Gracias,
Yunnie. En serio- Me dio
otra sonrisa resplandeciente, y creí notar algo de rubor en sus mejillas.
Quizás era por el frío, pero quise pensar que era por mí.
- Vamos
por la comida- dijo
con voz suave, pero sin apartarse del espacio que compartíamos.
Asentí en silencio y le solté de mala gana, volviendo a
caminar a su lado. Las calles a esa hora estaban oscuras ya, frías y poco
transitadas, el silencio solo interrumpido por los vehículos que aparcaban al
rededor.
Pero no sentí frío, ni miedo ni soledad. No a su lado.
Pronto encontramos el local y nos refugiamos en su calor. Nos acercamos a la
barra, donde
un chico atendía los pedidos y la caja.
- Vengo
por pedido para el cassiopeia- dijo
Yunnie y de inmediato el chico miró sus notas, yendo a la parte trasera.
Mi estómago rugía de apetito. Esos días había estado tan
nervioso esperando la llamada de Junsu, que apenas había probado bocado y el
aroma que parecía salir de las paredes mismas del local, estaba poniendo a
prueba mi resistencia.
Pero Yunnie estaba a mi lado, así que me negué a hacer
una escena de hambre patética. Por fin el chico regresó, con un par de bolsas
de papel que tenían el aroma más delicioso del mundo.
Yunnie me entregó una, mientras tomaba la otra. Supuse
que tendrían cuenta en el local, ya que llevaban haciendo pedidos allí desde
hacía tiempo. Salimos de nuevo al frío exterior, yo intentando no lanzarme de
cabeza al contenido de la bolsa, que aparte del aroma desprendía un calorcillo
delicioso.
La apreté contra mi pecho, sintiéndole entibiarme también
las manos.Yunnie me miró con una sonrisa. Caminamos en silencio de regreso. Al
entrar, Heechul me lanzó su respectiva carga de dagas con la mirada.
- Eso es
de Junsu y Yoochun. Sube a entregárselos- me dijo cuando iba a dejar la bolsa
en el Mostrador.
Subí las escaleras, no antes de oír un chillido de ¿“Y mi
ensalada?!” que me hizo sonreír.
Me acerqué a la puerta e iba a tocar, cuando escuché un
inconfundible gemido de placer. Me detuve en seco con el puño en alto. Sin
querer, imágenes pasaron por mi mente...Yoochun sobre Junsu, Junsu sobre
Yoochun, blanco sobre negro, mezclándose en un tablero de ajedrez.
Dejé la bolsa en el suelo, al lado de la puerta y me
marché lo más rápido que pude de allí. Al llegar abajo, el corazón me latía en
la garganta, no sabía si de la prisa que me había dado en regresar o por otra
razón.
Al verme, Heechul me dio una sonrisa malvada.
-
Creo
que has visto algo que no deberías.
-
¡No he
visto nada! - protesté, sonrojado a mi
pesar.
Yunho me miró con ojos condescendientes, desenvolviendo
lo que parecían nuestros bocadillos
-
He
creído oír algo, pero me he marchado de inmediato...
-
Mmh,
si sigues así, te vas a corromper en poco tiempo- se burló Heechul.
Me acerqué, trepándome al taburete para recibir de manos
de Yunnie el bocadillo. Era de beicon y pollo. Se veía estupendo.
- Bueno,
ellos se aman. No tiene nada de malo que se lo demuestren - al dar el primer Mordisco, la saliva
se escurrió de mi boca cayendo sobre la barra
-
Ups,
lo siento...
-
Agg,
Qué asco. ¿Eres un Gato, o qué?
- Heechul-
le aMonestó Yunho, alargándome
un par de servilletas. Me limpié la barbilla y luego la madera.
-
Habrá
que desinfectar otra vez...
-
Cosas
peores han caído aquí. No exageres- le regañó, volviéndose a mirarme
-
No le
hagas caso. Cómetelo antes de que se enfríe.
Asentí, volviendo a dar otro Mordisco. Para mi sorpresa
Heechul no dijo nada más, dedicándose en silencio a su comida. Yunho se sentó a
mi lado y masticamos los tres en silencio.
Miré el reloj sobre la barra, faltaba poco para que se
abrieran las puertas.
Imaginaba que una ola de clientes estaría afuera,
esperando ansiosos para entrar, como en las rebajas, y que nada más abrir
inundarían todo el local, que estallaría en música y colores repentinos. Nada
más lejos de la realidad.
- ¿Hay
mucha gente que viene a esta hora?- me atreví a interrumpir el silencio. Yunnie negó con la
cabeza.
- Unos
pocos que son clientes habituales y vienen a beber algo, mientras el local se
llena. Pero es jueves. Pronto habrá más gente.
- Sobre
las 11 o así. Chicos guapos y calientes, desesperados por otros chicos guapos y
calientes- suspiró Heechul con ansias-
¿No pensarás quedarte, no?
-
Bueno,
me gustaría mirar. No creo que me quede hasta la hora del cierre, pero sí me
gustaría estar un rato por aquí. Por supuesto, pagaré por mis bebidas- agregué de inmediato, al verle abrir la boca
para replicar. yunnie sacudió la cabeza.
-
Invita
la casa. Es lo que Junsu dijo.
-
Pero
solo refrescos- contraatacó el cisne. Yo sonreí.
- No me
gusta tomar alcohol fuera de casa. Prefiero tener todos mis sentidos alertas,
cuando tengo que enfrentarme al mundo- respondí.
Heechul me miró alzando una ceja curiosa. Yunnie sonrió.
-
Eso es
muy sabio.
Terminamos de comer y recogimos todos los papeles. Fui a
la cocina por la botella del limpiador y un paño, pasándolo por la barra donde
había caído mi saliva. Heechul me miró sin decir nada.
Poco antes de las 9, mi corazón empezó otra vez a
palpitar ¿Qué vería? ¿Conocería a alguien interesante esa noche? Lo dudaba. Mi
ropa era sencilla, y además estaba toda arrugada y sudada de las labores de la
tarde.
Tomé nota mental de traer un cambio. así que dudaba que
alguien reparara en mí, a no ser que estuviese borracho perdido, pero no me
quedaría tanto tiempo como para averiguarlo. Y tampoco estaba en busca de
diversión por una noche.
Pero quería estudiar mi alrededor, la interacción de
hombres con hombres, casi como si fuera un experimento sociológico. Sí, pensar
así me ayudaría a pasar mejor el rato y ponerme menos nervioso.
Eres escritor. Estás aquí por el material- me recordé. A
las 9 en punto, Junsu bajó y nos lanzó una sonrisa deslumbrante. Si no hubiera
oído el gemido en su oficina antes, no habría tenido ni idea de lo que estaban
haciendo, no por su aspecto pulcro en ese Momento.
Recordarlo me hizo sentir calor otra vez en el rostro.
Heechul lanzó una risa maliciosa.
-
Junsu,
¿disfrutaste la comida?
-
Claro.
Sobre todo el postre- dijo
guiñándole un ojo, mientras abría la puerta principal con sus llaves.
- Nuestro
virgen aquí, dice que no le importaría subir vuestras raciones cuando haga
falta. Está deseoso de complacer- se
burló y no pude evitar que mi cara se quemara de vergüenza.
Heechul era malvado. Junsu se rió con ganas.
- No te
burles de la pureza. Además, Jaejoong es un chico muy inteligente, que sabe muy
bien lo que quiere- dijo
con voz suave, acercándose y mirándome profundamente a los ojos.
Por un instante sentí que él conocía más sobre mí que yo
mismo, pero eso lejos de asustarme, me tranquilizó. En él no veía burla o
desprecio, sino casi complicidad. Me sentí aceptado, y un calorcillo de gusto
me recorrió el cuerpo
- Bueno
chicos, lo dejamos todo en vuestras manos. Ya sabéis donde estamos para lo que
haga falta. Qué sea una gran jornada-
volvió a guiñar el ojo y se alejó.
Esa familiaridad con que se trataban, el cariño y la
confianza que flotaba en el ambiente, me hizo sentir una gran tranquilidad, y a
la vez algo de envidia. Había estado en lo cierto; ellos eran un equipo, un
gran equipo. Y también Heechul tenía razón. Yo no era parte de él.
-
¿Te
quedas?- oí la voz de Yunnie a mi
lado. Alcé la mirada y me encontré con sus ojos dorados muy cercanos.
-
Sí,
estaré cerca de la barra.
- Bien.
Yo saldré a la puerta cuando empiece el flujo principal de gente. Y cambiaré
turnos con Heechul, un par de veces en la noche.
- No
habléis de mí como si no estuviese aquí- protestó. Le sonreí en disculpa, pero mis ojos volvieron
a Yunnie. Eran hermosos y cálidos a la luz del local.
Me hubiera quedado perdido en ellos para siempre.
-
De acuerdo.
Asintió con una última mirada y sonrisa confortadora,
antes de alejarse en dirección al centro del recinto, donde estaban los
toneles. Mi mirada no pudo evitar seguir su espalda firme, su figura bella y
masculina, pero al mismo tiempo cálida y acogedora, anhelando más tiempo y
cercanía con él. De reojo, vi que Heechul me miraba atentamente, pero no dijo
nada.
Si hubiese estado en otro lugar me habría avergonzado,
pero en ese Momento no sentí otra cosa que orgullo y satisfacción.
Como bien habían dicho, una media hora después de abrir,
llegaron unas pocas personas que se instalaron al otro extremo de barra, con
las que Heechul charló vagamente luego de servirles.
Noté un par de miradas sobre mí, pero no me atreví a
devolverlas. Sabía que el contacto visual en esos casos equivalía a una
invitación, y no me sentía preparado. Por suerte no les llamé más la atención,
y pude dedicarme con tranquilidad a mi estudio de observación.
Poco después de las 10, otro chico apareció en la puerta
y se acercó de inmediato a Yunnie, quien lo guió a una caja detrás de la pista
de baile.
Me asomé, intentando ver que hacían.
-
Es
Donghae, el DJ- explicó
Heechul. Al parecer estaba harto de los tipos en la barra, ya que ninguno
parecía de su tipo, y había decidido matar el tiempo conmigo
-
Es
primo de Yoochun, aunque es Japones. No me preguntes, no es que yo esté al tanto
de todos los asuntos por aquí. Solo sé que es universitario, y hace esto para
ayudar a pagarse la carrera.
-
¿Y no
le has dado una probadita aún?-
quise preguntar, pero me Mordí la lengua.
No le había visto bien, pero su aspecto no parecía del
todo mal. Aunque no sabía los gustos de Heechul, imaginé que un estudiante con
escaso sueldo estaría muy por debajo de su estándar ¿Cuál sería el estándar de
Yunnie?
-
Aunque
los Japoneses son tan calientes... pero es primo de Yoochun, así que es un
no-no- dijo, más como hablando consigo mismo.
Le miré con sorpresa
-
¿Qué?
No puede uno deleitarse la vista?
-
¿Te
gustan los Japoneses?
- ¿Y a
quién no? Son unas bestias en la cama... Sí, tú ríete. Pero ya verá tu culo
virgen cuando tenga una probada de un alguien como ese.
- No lo
dudo, Heechul. Mi culo virgen también es Japones, así que sé de lo que hablas.
-
No me
jodas... Pero si estás todo blancucho... y desnutrido...
- Bueno,
la pasión se lleva en la sangre, ¿no es lo que dicen?- ronroneé, guiñándole un ojo.
Por una vez estaba bien dejarle con la boca abierta.
Yunho se acercó a la barra en ese momento, cogiendo un
par botellas de agua. Heechul se le acercó con prisa, cuchicheando en su oído
sin dejar de mirarme. Yunnie levantó una ceja con sorpresa en mi dirección.
-
Es una
cochina mentira- le oí decir al cisne.
Donghae escogió ese Momento para empezar a poner la
música, subiendo y bajando el volumen hasta hacerlo grato de oír.
-
¿ Qué
os parece, chicos? Cuando sea hora de bailar, lo pondremos a tope- dijo
acercándose a la barra.
No me pareció especialmente atractivo, sino con la típica
fisonomía. Al verme me miró con intriga.
- ¿Hola,
tú eres el dj, verdad? Soy Jaejoong, es un placer conocerte- le dije en japones,
tendiéndole la mano.
Sonrió, estrechándomela con ganas. Empezamos a charlar un
rato, y era evidente por los ruidos que hacia Heechul, que estaba pendiente de
cada palabra aunque no entendía el idioma, y furioso porque se le hubiese
escapado un detalle tan jugoso como saber mi procedencia.
Soy Japones de la cuarta generación. Prácticamente no lo
soy, pero no iba a discutir mi árbol genealógico con él. Yunho se acercó y le
entregó la botella de agua.
-
Hey,
compañero, es una pasada tener alguien con quien volver a las raíces- le dijo bebiendo un largo trago y
volviéndose luego hacia mí
-
¿Estarás
mucho por aquí?
-
Lo
intentaré.
-
Bueno,
entonces nos veremos. Vuelvo a lo mío- se
despidió, alejándose.
Yunho le miró también y volvió sus ojos hacia mí. Noté
que llevaba un vaso de refresco en la mano. Me lo entregó.
-
Gracias,
Yunnie. ¿Sales ya?
-
Sí.
Pronto habrá más gente por aquí, así que estaré en la puerta.
-
¿Puedo
ir a visitarte después?- asintió
con una cálida sonrisa
-
Genial. Le seguí con la mirada hasta que se marchó
y luego miré a Heechul, quien volvió la cabeza con desprecio hacia otro lado.
Eso, lejos de enojarme me hizo sonreír. Pasadas las 11 el
local ya estaba lleno. Las luces me parecieron más tenues, a medida que
avanzaba la noche y los cuerpos se arremolinaban alrededor de la pista de
baile, y en los rincones más apartados.
Me gustó la música de Donghae, a la que no había prestado
demasiada atención en mi primera visita. Me quedé en una esquina protegida de
la barra, sintiendo los mismos nervios que la primera vez, observando alrededor
sin soltar el vaso que Yunho había rellenado cuando volvió para el descanso de
Heechul, pero lamenté que no hubiésemos podido hablar debido a la alta música,
aunque su sola presencia me había tranquilizado.
Tenerle allí cerca hizo que mi atención se distrajera de
las parejas y hombres solos se acercaban a la barra, a veces con breves intercambios
de palabras entre ellos y caricias veladas, que llevaban a lugares más
apartados.
Noté que la mayoría usaba ropa muy ceñida al cuerpo o lo
suficientemente escasa para dejar ver lo máximo de piel posible. Eso me
sorprendió, porque pensaba que era algo exclusivo al terreno de conquista de
las mujeres. No podía imaginarme en un vestuario semejante.
Lo que sí me sorprendió, fue lo rápido que algunas
parejas recién conocidas se alejaban sin pudor al cuarto de baño, tras una
breve charla, una copa o un baile.
No podía imaginarme a mí mismo sin una tarde en el cine o
una cena romántica, o al menos todo un día de charla profunda, antes de saltar
a cosas más íntimas. Quizás era yo el que estaba mal, o mi líbido tenía una
resistencia exagerada.
Cuando Yunnie se marchó otra vez a la puerta y Heechul
regresó a su barra, decidí que mis oídos ya no soportaban más la música. Esperé
unos minutos y salí al exterior.
Hubiera ido antes, pero no quería parecer desesperado por
estar con él, y además quería dejarle hacer su trabajo tranquilo, sin que
pensara que mi presencia allí le quitaba espacio.
El aire frío del exterior fue una bendición en contraste
con el sofoco interno. Le saludé con una sonrisa silenciosa y me devolvió el
mismo gesto. Me coloqué a un lado, lejos de luz de la puerta para observarle y
no Molestar.
Volvía a tener esa expresión de guardián de piedra,
aunque sus ojos habían brillado cálidos cuando me saludó. El silencio de la
calle me dolía aún en los oídos, así que opté por no hablar.
Solo quería su silenciosa y tranquilizadora compañía por
un rato. Varias personas entraron y salieron durante algunos minutos, a las que
Yunho prestó una ligera atención.
La noche se envolvía de oscuridad alrededor de las
calles, con una media luna menguante, y pude ver que más allá aún había luces
encendidas en las ventanas de las casas. Era poco después de la medianoche.
-
¿Qué
tal, Yunnie? - pregunté cuando creí que ya no
saldría nadie más. Me miró a los ojos.
-
Bien.
Casi como cada noche.
-
Es
increíble que hagáis esto todas las noches hasta las 3. Yo a ésta hora por lo
general ya estoy en la cama durmiendo- eso
le hizo sonreír.
Apunté a su camiseta de manga corta, a través de la cual
se veían los fuertes músculos de sus brazos
-
¿No
tienes frío?
-
Estoy
acostumbrado.
Nos quedamos en silencio un Momento. Yo no sabía de que
más hablar, pero tampoco me sentía incómodo a su lado, necesitado de llenar el
espacio con palabras. Extraño para un escritor que vivía de ellas. De pronto la
puerta volvió a abrirse y el sonido encerrado nos golpeó.
Tres chicos jóvenes salieron entre risas y olor a
alcohol. Se quedaron un rato charlando allí, hasta que uno de ellos se volvió y
colocó una tarjeta entre los dedos de Mo.
- Llámame- dijo guiñándole un ojo, y se marcharon
riendo y cuchicheando, mientras volvían la vista atrás.
Miré a Yunho, que se había quedado quieto con el papel
entre sus dedos, sin ningún gesto en la cara. Quizás estaba incómodo, conmigo
allí de testigo o sopesando las cualidades del chico, y cuando creía que se iba
a meter la tarjeta al bolsillo para futuras “distracciones”, la arrugó en su
mano, dando un suspiro cansado.
Sentí pena y simpatía por él, y algo así como alivio.
Pero claro, no creí que fuera su primera, ni última “invitación” de la noche.
- La
belleza es una maldición... a veces- se
me escapó decir, y me miró un instante con intriga, sonriendo luego para negar
con la cabeza, en un gesto que creí algo sonrojado.
Se metió la tarjeta arrugada al bolsillo y mi corazón se
tambaleó de celos.
Asi que así eran las cosas. Quizás después de todo, el
chico sí había pasado la inspección. Me sentí enfermo de pronto, el aire frío
arremolinándose a mí alrededor, entrando en mí hasta hacerme tener escalofríos.
Estúpido Jaejoong. ¿A quién pretendes engañar? No tienes
ningún derecho- dijo mi demonio y su voz sonó fuerte en mi oído, mucho más que
la música que había vuelto a escapar cuando alguien entró al local.
-
Me
marcho- susurré
Cuando volvió la
vista al frente. Me miró por un Momento, algo confuso
- Será
mejor que me marche. El último autobús antes del nocturno está por pasar- aclaré, con voz que a mí mismo me pareció
temblorosa. Pareció que iba a replicar, pero solo asintió en silencio.
-
Es
bueno que no te excedas tu primer día. Y menos si no estás acostumbrado
El timbre profundo de su voz me llenó de pronto de
anhelo. Si me lo hubiese pedido, yo me habría quedado hasta el cierre, de pie
allí junto a él.
Pero las cosas eran como eran. Asentí en silencio,
buscando valor en mis zapatos
-
¿Es
largo el viaje a casa?
-
Una
media hora, quizás menos, ahora que no hay mucho trafico en las calles- dije mirándole con esperanza, pero no
vi ningún signo en él de lo que yo deseaba.
Busqué palabras con las que alargar lo inevitable
-
¿Tú
coges también el nocturno?
-
No.
Tengo una Sport Touring- al ver mi confusión sonrió- Es una Moto.
-
Ah,
vaya. Es genial que te puedas Mover de un sitio a otro, con mayor facilidad que
en un automóvil. Aunque entraña algo más de riesgo, o eso tengo entendido.
-
Depende
del manejo y las zonas de conducción. La mayoría del riesgo viene de los otros
coches, como siempre. La Sport Touring por lo general es bastante segura en
carretera y rutas campestres- Noté
que hablaba con interés de ella y la apunté como tema de conversación
-
Si
alguna vez decides quedarte hasta el cierre, puedo acercarte a casa con ella.
- Oh,
sería genial, Yunnie. Aunque temo que su virtud estaría en peligro, si se
acerca demasiado a mi barrio- bromeé, pero frunció el ceño preocupado.
-
¿Es un
barrio peligroso?
-
No más
de lo normal. Solo exageraba un poco. Es un barrio viejo y estrecho. Las casas
no se caen de milagro. Y si las cucarachas no pagan alquiler, es porque nadie
les ha cobrado aún- Intenté aligerar las
cosas con algo de humor, pero eso hizo que su ceño se frunciera más
-
No es
tan malo, en serio. No te fíes de mis palabras. Soy un cochino mentiroso, según
Heechul- sonrió, pero aún parecía preocupado.
- Voy a
volver a entrar para su descanso. ¿Quieres tomar algo antes de marcharte?- ofreció con voz muy suave y profunda.
-
¿Qué
hay de un Cola-Yunnie?- eso
le hizo reír con ganas.
-
Vamos.
Entramos, y aunque no pudimos hablar por el ruido de la
música, estar cerca de él hizo para mí un mundo de diferencia. Aunque solo
fuera en mi mente, quería creer que en ese momento yo lo era todo para él, como
él lo era para mí.
Al terminar el descanso de Heechul, me despedí a gritos
del cisne esquivo y seguí a Yunho hasta la puerta.
- Bueno,
aún te quedan unas horas por delante. Espero que no se te hagan muy pesadas,
Yunnie.
-
Gracias.
Y ten cuidado en el camino a casa, Jaejoong.
- Lo
haré. Hasta mañana- dije estirando mi mano. Necesitaba sentir su calidez. La estrechó con fuerza.
- Buenas
noches. Qué llegues bien a casa.
- Gracias,
tú también. Hasta mañana a las 6- dije soltándole y alejándome unos pasos
-
¡Qué
duermas bien!- le
grité cuando llegaba cerca de la acera. Le vi sonreír y alzar la mano
brevemente.
Eso entibió mi corazón. Sí, mi demonio podía tener razón,
no tenía ninguna potestad sobre él, pero ¿No tenía derecho al menos a
intentarlo? El viaje en autobús me pareció breve y a pesar de todo, feliz.