viernes, 27 de marzo de 2015

PUB - CAP 4.- Primeros pasos de baile


La llamada telefónica me cogió por sorpresa. No era que no la esperase, la deseaba tanto que dolía, mirando el teléfono a cada instante esos días, llevándolo conmigo a todos lados y saltando cuando sonaba por alguna llamada ocasional de publicidad.

Pero por fin, tras un par de días de agonía, Junsu me llamó. Mi primer pensamiento fue que volvería a ver a Yunho, quitándome la idea de la cabeza, pero sin poder evitar una sonrisa.

Me había metido en ese mundo por una razón y ahora era tiempo de enfrentar mis decisiones. Junsu me había aclarado que solo sería por un par de semanas, ayudando con la limpieza del local, con la cena incluida y el transporte, diciéndome que llevara la documentación pertinente al otro día.

Así que el jueves me encaminé al bar. En mis nervios, había llegado varias horas antes de la apertura, pero no me importó esperar. Me senté en el parque a calmar mis nervios, y pensar cuánto había cambiado mi vida en poco más de una semana.

Por supuesto aún me quedaba mucho por aprender, pero era increíble como mi decisión de dejar de esconderme en mis círculos de seguridad, había dado por resultado mis primeros pasos tambaleantes en esa nueva vida. Miré a la gente pasear a sus perros, caminar sin prisa entre las escasas hojas caídas o hacer deporte, con la luz de la tarde filtrándose entre las ramas de los árboles, tocando los bordes de la laguna, donde los patos nadaban sin frío en el helada agua de los primeros días invernales.

Los días comenzaban a ser más fríos y el viento del norte traía el olor de la lluvia lejana. Unos veinte minutos antes de lo que consideré apropiado, me levanté y regresé al local. El bar estaba aún cerrado, pero me dio tiempo de observarlo con atención. Iba a ser mi lugar de estancia por unos días, y eso era suficiente para tenerle cariño.

Me di cuenta que la luz de la tarde incidía sobre el techo del edificio, arrancándole suaves destellos, que le hacían parecer rodeada por una suave aura, como si fuese tocada por la mano de Dios.

Sonreí porque recordé que era una iglesia, y aún cuando ahora era un bar, la tierra donde estaba construida seguía siendo tierra sagrada. Y sobre todo, ¿Qué podía ser más sagrado que el amor? Incluso en sus expresiones más paganas y naturales, ese sentimiento se sobreponía a todo lo demás.

Bueno, yo era un romántico por entonces, y lo sigo siendo. Me senté fuera de la puerta trasera, con el corazón latiendo aún nervioso en mi estómago, los papeles requeridos aferrados a mi mano.

¿Empezaría hoy? Tras unos 10 minutos de espera, escuché un par de voces acercándose. Pronto vi a Junsu caminar lado a lado de un hombre un poco más alto que él, de cabello oscuro y ojos marrones oscuros.

Iba vestido de negro, en contraste con la ropa blanca de Junsu y me pareció que ambos encajaban, tan perfectamente como las piezas de un juego de ajedrez. Junsu sonrió al verme y me tendió la mano.

-               ¿Has estado aquí mucho tiempo?

-     Solo un rato. Quería dar una vuelta por el parque y visitar a los patos- dije estrechándosela.

Levantó una ceja curiosa por un instante y me señaló al hombre a su lado.

-           Cariño, éste es Kim Jaejoong. Jaejoong, él es mi pareja y orgulloso propietario del local, Park Yoochun dijo mientras guiñaba un ojo.

-               Mucho gusto.

-               Un placer- respondió con voz serena.

Abrieron la puerta y entramos por la cocina al oscuro pasillo. Pude oler a madera y alcohol, y un leve olor entre perfume almizclado y sudor.

Todos los olores contenidos de los cuerpos que habían bailado y amado las noches previas. La luz de la tarde iluminaba en contraste la barra, y me pareció que su reflejo era cálido y familiar. Mi corazón se sintió por fin a salvo.

-               ¿Traes toda la documentación contigo?

me sobresaltó la voz de Junsu. Asentí en silencio

-            Bien, vamos a la oficina. Tendrás que firmar un documento, aceptando todas las condiciones que habíamos acordado. No es un contrato en toda regla, pero es mucho más oficial que un contrato verbal. ¿Imagino que no tienes ningún problema con ello, verdad?

-               No.

Después de todo lo que había pasado, por supuesto que no me iba a echar atrás y sabía que Junsu lo sabía, pero agradecí que lo preguntara de todas formas.

Subimos la escalera, que sospeché era parte original de la iglesia, pero había sido reformada. La suave madera de los pasamanos estaba pulida, y de alguna manera la sentí cálida bajo mi piel.  Quizás era porque mis manos estaban muy frías. La oficina era cómoda y elegante, no muy grande, pero lo suficiente para no sentirme sofocado.

Entregué mis papeles, firmé el contrato e hice la pregunta que me moría por hacer desde que habíamos entrado.

-               ¿Cuándo puedo empezar?- Junsu me sonrió.

-               Vamos abajo, y te presentaré a los demás de forma oficial

me despedí en un silencioso gesto del dueño, y le seguí mientras nos acercábamos a la escalera

-   Como has visto, la limpieza aquí debe hacerse a diario para mantener las condiciones del local. De momento, Yunho y Heechul se encargan de ello. Tú estarás a su disposición para lo que sea que necesiten.

-               Por supuesto.

-       Imagino que no tienes ninguna experiencia con ello- yo negué con la cabeza- Bueno, no pasa nada. Ellos te dirán lo que haga falta. Ah, lo olvidaba- dijo deteniéndose un Momento, acercándose a mi oído.

-        Ambos son muy buenos chicos, y no creo que tengas problemas si te limitas a hacer tu trabajo. Yunho es serio. Y bueno, Heechul es... es un tanto difícil de tratar, pero te voy a pedir que seas amable con él, de acuerdo? Somos como una familia, y no nos gustan las peleas entre nuestros niños

Eso me hizo sonreír. Había un tono de advertencia en su voz pero también de afecto, lo que me hizo sentir a salvo de nuevo.

Pensé que había estado acertado y no me había equivocado en la naturaleza del local. No solo era un bar, había mucho más allí.


-               Lo tendré en cuenta Junsu, y haré todo lo mejor que pueda

le aseguré de corazón. Sabía desde un principio que a Heechul no le caía en gracia, y le iba a costar aceptar mi presencia, pero solo eran un par de semanas.

Podría lidiar con ello. Al bajar, me di cuenta que tanto Yunho como Heechul ya estaban allí. Mis ojos se encontraron con los ojos miel, y no pude evitar sonreír.

-           Chicos, éste es Kim Jaejoong. Comenzará a trabajar hoy con nosotros, durante un par de semanas. Se encargará de la limpieza y otros menesteres que hagan falta, hasta la hora de apertura. Ellos son Kim Heechul, nuestro bello y talentoso barman, y Jung Yunho, nuestro guardián de las puertas. Si tienes cualquier pregunta sobre tus labores, ellos te las aclararán.

-               De acuerdo

Noté como Heechul alzaba una ceja y hacía un Mohín con la boca, en gesto fastidiado hacia mí.

-           Si tuvieses que quedarte un poco más algún que otro día, te lo informaré- asentí en silencio- Después de la hora de apertura, puedes quedarte un rato si lo deseas. Heechul te dará un par de refrescos, por cuenta de la casa- vi que el chico abría la boca para protestar, pero se callaba.

Junsu sonrió

-          Si es en horario fuera de trabajo, no me importa que los clientes se vuelvan ligues. Pero solo fuera del local- dijo con mucha claridad y sospeché que no me lo decía solo a mí.

Me dio una palmadita afectuosa y se giró para marcharse

-               Chicos, se los encargo- dijo antes de marcharse escaleras arriba.

Me quedé mirando su figura desaparecer, antes de tener que enfrentarme a mi destino, llamado “Heechul”.

Pero cuando me volví, me encontré en cambio con la enorme figura de Yunho frente a mí.

-               Bienvenido- dijo con una suave sonrisa en la mirada, estirando su mano.

-        Gracias. Es un placer- respondí, estrechándola y disfrutando de su calidez. Al menos tenía un aliado

-          Es un placer conocerlos a ambos- dije mirando a Heechul, quien sacudió la cabeza, lanzando un bufido por todo saludo.

-               Volví la mirada a Yunho, soltando su mano

-           ¿Me gustaría ayudar. Qué puedo hacer?- él asintió con la cabeza y abrió la boca para hablar, pero fue la voz de Heechul la que se escuchó.

-               Qué el novato limpie el baño- dijo con sonrisa malvada.

-               Por supuesto. Dónde están los productos de limpieza?

Pregunté, esperando que me dijese que tenía que hacerlo con mi cepillo de dientes, luego de mil flexiones (Señor, sí señor) pero Yunho me condujo a la cocina.

-               Aquí tienes todo lo que hace falta. El fregador y el cubo están por allí- señaló.

Yo me Mordí los labios al ver tantas botellas de plástico, con tan distintos contenidos.

-       Siento hacer esta pregunta, pero... Es la primera vez que me encargo de esto, después de casa claro, pero... Qué líquido se supone que tengo que utilizar?- me arriesgué.

Pensé que lanzaría un bufido fastidiado como el otro chico, pero solo me sonrió con calidez, sacando las botellas y poniéndome al tanto de su uso.

También me dio un par de guantes y me enseñó a lavar el cubo.

-             Hay que tirar la usada en el fregadero y poner agua limpia, cada vez que se limpie un área. Es mejor que barras antes de fregar. Si hay alguna mancha difícil, solo dejas un poco de lejía encima y la retiras con algo de papel antes. Las ventanas son fáciles de limpiar. Yo me encargaré de las que estén más arriba.

-               Gracias Yunnie. Tus consejos son de mucha ayuda- le dije de corazón.

Me miró un instante en silencio y luego me dio una sonrisa radiante, que iluminó el lugar.

-               De nada. Estaré por aquí cerca, si necesitas algo más.

Me retiré con los implementos necesarios para encargarme del baño, con el corazón más ligero tanto por sus consejos, como por el tono calmo y amigable de su voz, el tiempo que se había tomado para enseñarme, y por que era la primera vez que veía una sonrisa tan bella.

Heechul Movió la cabeza, y me miró con desdén cuando me vio. Entré al baño y me dispuse a mi primera batalla en serio contra los gérmenes. Nunca me había gustado limpiar, y en casa hacía lo mínimo y necesario para mantener a las cucarachas a raya, pero aquí hablábamos de ligas mayores.

Un baño de bar no es asunto pequeño, ya que entran decenas de personas en una sola noche, personas con gérmenes y enfermedades desconocidas, a las que yo tenía que enfrentarme armado solo con algunos productos y un par de guantes.

No me extrañaba que Heechul me hubiese mandado al campo minado, nada más entrar. Era una prueba de valor y tendría que superarla, o Morir en el intento. Hice lo mejor que pude, y al terminar la dura labor, estaba sudando a mares.

Salí para tirar el agua sucia y respirar un poco de aire, libre del aroma a químicos ya que no había ventanas en el baño, cuando la voz de Heechul me detuvo.

-               ¿Ya has acabado?

-      Sí, eso creo. ¿Echarías un vistazo? Me gustaría saber si lo he hecho bien- de inmediato el chico se acercó al lugar.

No has limpiado el techo- dijo alzando una ceja. Le miré extrañado. Señaló con el dedo a unas cuantas manchas, de las que no me había percatado.

-               ¿Es humedad?

-          Ja, humedad... Estás en un bar gay, chico. Aquí los baños no se usan solo para mear.

-               Quieres decir que es... pero... ¿CóMo llegó allí arriba?

-        ¿Quieres que te haga un dibujo? Venga, no me hagas perder el tiempo y has tu trabajo como deberías, o vete a llorar a casa- replicó, antes de pasar por mi lado y volver a lo suyo.

Me quedé mirando el techo unos segundos. ¿Qué se suponía que tenía que usar para quitar eso? Y cómo demonios iba a llegar hasta allí arriba?

Me acerqué a la cocina, buscando a Yunho. Estaba otra vez ocupado en descargar las cajas con botellas de refrescos. Al verme, acomodó la que llevaba y se volvió hacia mí.

-               ¿Algún problema?

-               No, bueno... solo. ¿Hay alguna escalera? Es que tengo que limpiar el techo.

-               ¿El techo?

-               Del baño- Asintió comprendiendo.

-         No hay escaleras para ello. Por lo general Heechul y yo estiramos el mango del fregador- dijo algo pensativo, imagino que sopesando mi estatura.

-               ¿Quizás podría usar una silla?

-               Si tienes cuidado de no caerte- parecía preocupado- Puedo encargarme, si quieres...

-       No, no. Es parte de mi trabajo y tengo que hacerlo. Gracias de todos Modos. Tendré cuidado. Ahora solo tengo que descubrir que producto usar para quitar el sem... digo, limpiar las manchas allí arriba.

Yunho sonrió, sacando una botella y una bolsa de plástico, para alargármelos.

-               Ponte la bolsa en el pelo. Así evitarás que te caiga encima...

-     Uff, no me des detalles, Yunnie. No quiero perder tan pronto mi inocencia y juventud- Se rió con ganas y no pude evitar hacerle coro.

Me alejé para terminar con mi tarea. Al final, sobre una silla y fregador en mano, logré quitar las manchas del techo tras mucho esfuerzo.

Cuando concluí, y me miraba el pelo y los hombros en el espejo para ver si me había caído algo, Heechul apareció en la puerta con su eterna sonrisa socarrona.

-               ¿Ya te vas acostumbrando a la vida corrupta del mundo gay? se burló.

Le sonreí.

-               Eso intento. Por lo visto no todo son rosas y bombones

puso los ojos en blanco

-               ¿Tú y Yunho se encargaban de limpiar esto todos los días, no?

-               ¿Quién si no?

Realmente sois admirables- murmuré mirando mi trabajo. Me parecía que había corrido un maratón de limpieza, y eso que solo llevaba allí menos de media hora.

-               Puff, los halagos no te van a llevar a ninguna parte.

-      No, lo digo en serio. Os encargáis de todo el trabajo pesado aquí, más de la clientela por la noche. Cada noche. Eso es realmente admirable

Me miró con los ojos estrechados en finas rendijas, sin decir nada por un Momento.

-          Es nuestro trabajo, eso es todo. Son Junsu y Yoochun quienes se llevan la peor parte- Yo asentí, dándole la razón.

-      Es un trabajo en equipo. Y sois todos un gran equipo- Se dio la vuelta para marcharse, pero me miró por sobre el hombro.

-         No sé lo que pretendes, y no me importa lo que piensas. Si Junsu quiere que te aguante por dos semanas, lo haré. Pero no creas que eres parte del equipo. Así que no gastes tus palabras azucaradas conmigo. No me caes bien, para que te enteres.

-     Gracias por ser sincero, Heechul. Haré lo mejor que pueda para ser útil y no estorbar- le aseguré.

Me dio una última mirada y un bufido antes de salir.

El resto se me hizo algo menos pesado, aunque limpiar la parte del local que me correspondía me ocupó la mayor parte del tiempo y cuando terminé, estaba envuelto en un mar de sudor, pero feliz.

Heechul no se había vuelto a meter conmigo, pero sentía su mirada seguirme mientras barría y fregoteaba el suelo de la pista de baile. Los rincones eran otra cosa. Había restos allí, cuya procedencia prefería ignorar.

Tras dejar los utensilios de limpieza otra vez en su lugar, me acerqué al bar. Heechul no se había alejado de la barra y Yunho estaba a medias apoyado sobre ella, tocando pensativo la madera con su gran mano.

Al verme, alzó la cabeza y me dio una bella sonrisa.

-             Es la hora de cenar- anunció. Miré el reloj en la pared del bar entre líneas de botellas y vi que eran las 8. Me había parecido que era más tarde.

-               ¿Vais a algún lugar?- Yunho Movió la cabeza, pero fue Heechul quien habló.

-               No seas idiota. No tiene sentido irnos, ahora que el local está a punto de abrir.

-    Cogemos la comida de un local cercano. Tienen buenos bocadillos- explicó pacientemente Yunho, dándole una mirada a Heechul, quien levantó una ceja displicente.

-               Yo estoy a dieta. Espero que hayáis pedido ensalada para mí.

-             Pero si no tienes ni un gramo demás. ¿Para qué necesitas hacer dieta?- pregunté.

El chico me miró con sus ojos muy abiertos, entre sorprendido y ¿sonrojado? Oí que Yunho ahogaba una risa. Heechul le golpeó con un paño.

-     A diferencia de ti, yo sí me preocupo por mi aspecto, chico raro- respondió, mirándome con desafío.

Di un salto, para sentarme en un alto taburete frente a la barra y mirarle más de cerca.

-          Eso es obvio. Yo soy una rana fea, pero tú eres muy guapo Heechul. Y quien no sepa apreciarlo, es un tonto- le aseguré, mirando sus ojos.

No había enojo allí, sino más bien algo de duda y creí notar que también un temblor de anhelo, pero se apartó pronto, Moviéndose hacia la caja.

-               Llévate al novato de aquí. Y no olvides la comida de Junsu y Yoochun- mangoneó a Yunho, quien rodó los ojos en silencio, y me hizo un gesto para que le siguiera hacia la puertatrasera.

Tenía calor por la reciente actividad, pero me puse el abrigo de todas maneras, antes de salir con él al frío exterior. Yunho caminaba a mi lado silencioso, y cuando volví el rostro para mirarle, me dio una mirada algo triste.

-               ¿Qué sucede Yunnie?

No pude evitar preguntarle. Me había cuidado esa tarde, aconsejado y brindado una cálida bienvenida con su amistad. Me dolía verle inquieto por algo, pero solo negó con la cabeza, dándome una sonrisa triste, con ojos de cachorro abandonado

-               ¿Estás preocupado por algo?

-               Estoy bien.

-               ¿En serio?- asintió en silencio.

Seguimos caminando lado a lado, y deseé desesperadamente poder decirle algo más, aprovechar el poco tiempo que teníamos juntos a solas, sin Heechul lanzándome dardos, solo él y yo.

Eso me hizo recordar

-           Junsu tenía razón. Dijo que Heechul sería un hueso duro de roer y que me pondría las cosas difíciles. No con esas palabras, pero eso quiso decir- cuando le miré, vi que tensaba la mandíbula- Quiero decir, es obvio que no le caigo bien, ya me lo dijo en mi cara, pero... ¿Hay que intentar ser amables con todos, no? ¿Incluso con aquellos que no lo son contigo... verdad?- balbuceé, al ver que me miraba a los ojos directamente, sus iris doradas fundidas prendidos a los míos. Parecía... ¿Enojado?

Me di cuenta de que nos habíamos detenido en el camino. Alcé las manos hacia él.

-         Lo siento, Yunnie he sido imprudente al hablar así, de un compañero de trabajo que no conozco de nada. Tú llevas más tiempo con él y sabes como manejarlo. Solo, solo quería... Es que has sido tan bueno conmigo. Y Heechul es un poco pesado, pero no quiero estropear las cosas, en serio.

-           Solo quiero llevarme bien con todos aquí... por el poco tiempo que esté- creí ver que se tranquilizaba.

Lanzó un suspiro profundo, pasándose la mano por el cabello

-        Lo siento si he dicho algo incorrecto. Solo pensé en ser sincero. No te enfades conmigo, yunnie- le vi sonreír, y sus ojos adquirieron otra vez la suave calidez que me hacía sentir a salvo.

-     No te disculpes. Lo entiendo. Y sí, Heechul es difícil de manejar. Parece algo agresivo pero...

-               Solo actúa coMo un niño pequeño y mimado. Es tan obvio!- ambos nos reímos.

Me acerqué y agarré con un dedo el borde del bolsillo de su chaqueta, deseando meter las manos allí junto con las suyas

-      Gracias por hacer mi primer día más llevadero. Si no fuera por ti, estaría ahora tratando de ahogar mis penas en el cubo de la limpieza, abrazado sin consuelo al fregador.

-               No parece un plan muy divertido.

-               Y menos para el fregador- sonrió y tiré un poco de él hacia mí

-      Gracias, Yunnie. En serio- Me dio otra sonrisa resplandeciente, y creí notar algo de rubor en sus mejillas. Quizás era por el frío, pero quise pensar que era por mí.

-    Vamos por la comida- dijo con voz suave, pero sin apartarse del espacio que compartíamos.

Asentí en silencio y le solté de mala gana, volviendo a caminar a su lado. Las calles a esa hora estaban oscuras ya, frías y poco transitadas, el silencio solo interrumpido por los vehículos que aparcaban al rededor.

Pero no sentí frío, ni miedo ni soledad. No a su lado. Pronto encontramos el local y nos refugiamos en su calor. Nos acercamos a la barra, donde
un chico atendía los pedidos y la caja.

-        Vengo por pedido para el cassiopeia- dijo Yunnie y de inmediato el chico miró sus notas, yendo a la parte trasera.

Mi estómago rugía de apetito. Esos días había estado tan nervioso esperando la llamada de Junsu, que apenas había probado bocado y el aroma que parecía salir de las paredes mismas del local, estaba poniendo a prueba mi resistencia.

Pero Yunnie estaba a mi lado, así que me negué a hacer una escena de hambre patética. Por fin el chico regresó, con un par de bolsas de papel que tenían el aroma más delicioso del mundo.

Yunnie me entregó una, mientras tomaba la otra. Supuse que tendrían cuenta en el local, ya que llevaban haciendo pedidos allí desde hacía tiempo. Salimos de nuevo al frío exterior, yo intentando no lanzarme de cabeza al contenido de la bolsa, que aparte del aroma desprendía un calorcillo delicioso.

La apreté contra mi pecho, sintiéndole entibiarme también las manos.Yunnie me miró con una sonrisa. Caminamos en silencio de regreso. Al entrar, Heechul me lanzó su respectiva carga de dagas con la mirada.

-           Eso es de Junsu y Yoochun. Sube a entregárselos- me dijo cuando iba a dejar la bolsa en el Mostrador.

Subí las escaleras, no antes de oír un chillido de ¿“Y mi ensalada?!” que me hizo sonreír.

Me acerqué a la puerta e iba a tocar, cuando escuché un inconfundible gemido de placer. Me detuve en seco con el puño en alto. Sin querer, imágenes pasaron por mi mente...Yoochun sobre Junsu, Junsu sobre Yoochun, blanco sobre negro, mezclándose en un tablero de ajedrez.

Dejé la bolsa en el suelo, al lado de la puerta y me marché lo más rápido que pude de allí. Al llegar abajo, el corazón me latía en la garganta, no sabía si de la prisa que me había dado en regresar o por otra razón.

Al verme, Heechul me dio una sonrisa malvada.

-               Creo que has visto algo que no deberías.

-               ¡No he visto nada! - protesté, sonrojado a mi pesar.

Yunho me miró con ojos condescendientes, desenvolviendo lo que parecían nuestros bocadillos

-               He creído oír algo, pero me he marchado de inmediato...

-               Mmh, si sigues así, te vas a corromper en poco tiempo- se burló Heechul.

Me acerqué, trepándome al taburete para recibir de manos de Yunnie el bocadillo. Era de beicon y pollo. Se veía estupendo.

-          Bueno, ellos se aman. No tiene nada de malo que se lo demuestren - al dar el primer Mordisco, la saliva se escurrió de mi boca cayendo sobre la barra

-               Ups, lo siento...

-               Agg, Qué asco. ¿Eres un Gato, o qué?

-             Heechul- le aMonestó Yunho, alargándome un par de servilletas. Me limpié la barbilla y luego la madera.

-               Habrá que desinfectar otra vez...

-               Cosas peores han caído aquí. No exageres- le regañó, volviéndose a mirarme

-               No le hagas caso. Cómetelo antes de que se enfríe.

Asentí, volviendo a dar otro Mordisco. Para mi sorpresa Heechul no dijo nada más, dedicándose en silencio a su comida. Yunho se sentó a mi lado y masticamos los tres en silencio.

Miré el reloj sobre la barra, faltaba poco para que se abrieran las puertas.

Imaginaba que una ola de clientes estaría afuera, esperando ansiosos para entrar, como en las rebajas, y que nada más abrir inundarían todo el local, que estallaría en música y colores repentinos. Nada más lejos de la realidad.

-          ¿Hay mucha gente que viene a esta hora?- me atreví a interrumpir el silencio. Yunnie negó con la cabeza.

-          Unos pocos que son clientes habituales y vienen a beber algo, mientras el local se llena. Pero es jueves. Pronto habrá más gente.

-      Sobre las 11 o así. Chicos guapos y calientes, desesperados por otros chicos guapos y calientes- suspiró Heechul con ansias- ¿No pensarás quedarte, no?

-               Bueno, me gustaría mirar. No creo que me quede hasta la hora del cierre, pero sí me gustaría estar un rato por aquí. Por supuesto, pagaré por mis bebidas- agregué de inmediato, al verle abrir la boca para replicar. yunnie sacudió la cabeza.

-               Invita la casa. Es lo que Junsu dijo.

-               Pero solo refrescos- contraatacó el cisne. Yo sonreí.

-        No me gusta tomar alcohol fuera de casa. Prefiero tener todos mis sentidos alertas, cuando tengo que enfrentarme al mundo- respondí.

Heechul me miró alzando una ceja curiosa. Yunnie sonrió.

-               Eso es muy sabio.

Terminamos de comer y recogimos todos los papeles. Fui a la cocina por la botella del limpiador y un paño, pasándolo por la barra donde había caído mi saliva. Heechul me miró sin decir nada.

Poco antes de las 9, mi corazón empezó otra vez a palpitar ¿Qué vería? ¿Conocería a alguien interesante esa noche? Lo dudaba. Mi ropa era sencilla, y además estaba toda arrugada y sudada de las labores de la tarde.

Tomé nota mental de traer un cambio. así que dudaba que alguien reparara en mí, a no ser que estuviese borracho perdido, pero no me quedaría tanto tiempo como para averiguarlo. Y tampoco estaba en busca de diversión por una noche.

Pero quería estudiar mi alrededor, la interacción de hombres con hombres, casi como si fuera un experimento sociológico. Sí, pensar así me ayudaría a pasar mejor el rato y ponerme menos nervioso.

Eres escritor. Estás aquí por el material- me recordé. A las 9 en punto, Junsu bajó y nos lanzó una sonrisa deslumbrante. Si no hubiera oído el gemido en su oficina antes, no habría tenido ni idea de lo que estaban haciendo, no por su aspecto pulcro en ese Momento.

Recordarlo me hizo sentir calor otra vez en el rostro. Heechul lanzó una risa maliciosa.

-               Junsu, ¿disfrutaste la comida?

-               Claro. Sobre todo el postre- dijo guiñándole un ojo, mientras abría la puerta principal con sus llaves.

-        Nuestro virgen aquí, dice que no le importaría subir vuestras raciones cuando haga falta. Está deseoso de complacer- se burló y no pude evitar que mi cara se quemara de vergüenza.

Heechul era malvado. Junsu se rió con ganas.

-          No te burles de la pureza. Además, Jaejoong es un chico muy inteligente, que sabe muy bien lo que quiere- dijo con voz suave, acercándose y mirándome profundamente a los ojos.

Por un instante sentí que él conocía más sobre mí que yo mismo, pero eso lejos de asustarme, me tranquilizó. En él no veía burla o desprecio, sino casi complicidad. Me sentí aceptado, y un calorcillo de gusto me recorrió el cuerpo

-            Bueno chicos, lo dejamos todo en vuestras manos. Ya sabéis donde estamos para lo que haga falta. Qué sea una gran jornada- volvió a guiñar el ojo y se alejó.

Esa familiaridad con que se trataban, el cariño y la confianza que flotaba en el ambiente, me hizo sentir una gran tranquilidad, y a la vez algo de envidia. Había estado en lo cierto; ellos eran un equipo, un gran equipo. Y también Heechul tenía razón. Yo no era parte de él.

-               ¿Te quedas?- oí la voz de Yunnie a mi lado. Alcé la mirada y me encontré con sus ojos dorados muy cercanos.

-               Sí, estaré cerca de la barra.

-            Bien. Yo saldré a la puerta cuando empiece el flujo principal de gente. Y cambiaré turnos con Heechul, un par de veces en la noche.

-          No habléis de mí como si no estuviese aquí- protestó. Le sonreí en disculpa, pero mis ojos volvieron a Yunnie. Eran hermosos y cálidos a la luz del local.

Me hubiera quedado perdido en ellos para siempre.

-               De acuerdo.

Asintió con una última mirada y sonrisa confortadora, antes de alejarse en dirección al centro del recinto, donde estaban los toneles. Mi mirada no pudo evitar seguir su espalda firme, su figura bella y masculina, pero al mismo tiempo cálida y acogedora, anhelando más tiempo y cercanía con él. De reojo, vi que Heechul me miraba atentamente, pero no dijo nada.

Si hubiese estado en otro lugar me habría avergonzado, pero en ese Momento no sentí otra cosa que orgullo y satisfacción.

Como bien habían dicho, una media hora después de abrir, llegaron unas pocas personas que se instalaron al otro extremo de barra, con las que Heechul charló vagamente luego de servirles.

Noté un par de miradas sobre mí, pero no me atreví a devolverlas. Sabía que el contacto visual en esos casos equivalía a una invitación, y no me sentía preparado. Por suerte no les llamé más la atención, y pude dedicarme con tranquilidad a mi estudio de observación.

Poco después de las 10, otro chico apareció en la puerta y se acercó de inmediato a Yunnie, quien lo guió a una caja detrás de la pista de baile.

Me asomé, intentando ver que hacían.

-               Es Donghae, el DJ- explicó Heechul. Al parecer estaba harto de los tipos en la barra, ya que ninguno parecía de su tipo, y había decidido matar el tiempo conmigo

-               Es primo de Yoochun, aunque es Japones. No me preguntes, no es que yo esté al tanto de todos los asuntos por aquí. Solo sé que es universitario, y hace esto para ayudar a pagarse la carrera.

-               ¿Y no le has dado una probadita aún?- quise preguntar, pero me Mordí la lengua. 

No le había visto bien, pero su aspecto no parecía del todo mal. Aunque no sabía los gustos de Heechul, imaginé que un estudiante con escaso sueldo estaría muy por debajo de su estándar ¿Cuál sería el estándar de Yunnie?

-               Aunque los Japoneses son tan calientes... pero es primo de Yoochun, así que es un no-no- dijo, más como hablando consigo mismo. Le miré con sorpresa

-               ¿Qué? No puede uno deleitarse la vista?

-               ¿Te gustan los Japoneses?

-          ¿Y a quién no? Son unas bestias en la cama... Sí, tú ríete. Pero ya verá tu culo virgen cuando tenga una probada de un alguien como ese.

-         No lo dudo, Heechul. Mi culo virgen también es Japones, así que sé de lo que hablas.

-               No me jodas... Pero si estás todo blancucho... y desnutrido...

-             Bueno, la pasión se lleva en la sangre, ¿no es lo que dicen?- ronroneé, guiñándole un ojo.

Por una vez estaba bien dejarle con la boca abierta.

Yunho se acercó a la barra en ese momento, cogiendo un par botellas de agua. Heechul se le acercó con prisa, cuchicheando en su oído sin dejar de mirarme. Yunnie levantó una ceja con sorpresa en mi dirección.

-               Es una cochina mentira- le oí decir al cisne.

Donghae escogió ese Momento para empezar a poner la música, subiendo y bajando el volumen hasta hacerlo grato de oír.

-               ¿ Qué os parece, chicos? Cuando sea hora de bailar, lo pondremos a tope- dijo acercándose a la barra.

No me pareció especialmente atractivo, sino con la típica fisonomía. Al verme me miró con intriga.

-     ¿Hola, tú eres el dj, verdad? Soy Jaejoong, es un placer conocerte- le dije en japones, tendiéndole la mano.

Sonrió, estrechándomela con ganas. Empezamos a charlar un rato, y era evidente por los ruidos que hacia Heechul, que estaba pendiente de cada palabra aunque no entendía el idioma, y furioso porque se le hubiese escapado un detalle tan jugoso como saber mi procedencia.

Soy Japones de la cuarta generación. Prácticamente no lo soy, pero no iba a discutir mi árbol genealógico con él. Yunho se acercó y le entregó la botella de agua.

-               Hey, compañero, es una pasada tener alguien con quien volver a las raíces- le dijo bebiendo un largo trago y volviéndose luego hacia mí

-               ¿Estarás mucho por aquí?

-               Lo intentaré.

-               Bueno, entonces nos veremos. Vuelvo a lo mío- se despidió, alejándose.

Yunho le miró también y volvió sus ojos hacia mí. Noté que llevaba un vaso de refresco en la mano. Me lo entregó.

-               Gracias, Yunnie. ¿Sales ya?

-               Sí. Pronto habrá más gente por aquí, así que estaré en la puerta.

-               ¿Puedo ir a visitarte después?- asintió con una cálida sonrisa

-               Genial. Le seguí con la mirada hasta que se marchó y luego miré a Heechul, quien volvió la cabeza con desprecio hacia otro lado.

Eso, lejos de enojarme me hizo sonreír. Pasadas las 11 el local ya estaba lleno. Las luces me parecieron más tenues, a medida que avanzaba la noche y los cuerpos se arremolinaban alrededor de la pista de baile, y en los rincones más apartados.

Me gustó la música de Donghae, a la que no había prestado demasiada atención en mi primera visita. Me quedé en una esquina protegida de la barra, sintiendo los mismos nervios que la primera vez, observando alrededor sin soltar el vaso que Yunho había rellenado cuando volvió para el descanso de Heechul, pero lamenté que no hubiésemos podido hablar debido a la alta música, aunque su sola presencia me había tranquilizado.

Tenerle allí cerca hizo que mi atención se distrajera de las parejas y hombres solos se acercaban a la barra, a veces con breves intercambios de palabras entre ellos y caricias veladas, que llevaban a lugares más apartados.

Noté que la mayoría usaba ropa muy ceñida al cuerpo o lo suficientemente escasa para dejar ver lo máximo de piel posible. Eso me sorprendió, porque pensaba que era algo exclusivo al terreno de conquista de las mujeres. No podía imaginarme en un vestuario semejante.

Lo que sí me sorprendió, fue lo rápido que algunas parejas recién conocidas se alejaban sin pudor al cuarto de baño, tras una breve charla, una copa o un baile.

No podía imaginarme a mí mismo sin una tarde en el cine o una cena romántica, o al menos todo un día de charla profunda, antes de saltar a cosas más íntimas. Quizás era yo el que estaba mal, o mi líbido tenía una resistencia exagerada.

Cuando Yunnie se marchó otra vez a la puerta y Heechul regresó a su barra, decidí que mis oídos ya no soportaban más la música. Esperé unos minutos y salí al exterior.

Hubiera ido antes, pero no quería parecer desesperado por estar con él, y además quería dejarle hacer su trabajo tranquilo, sin que pensara que mi presencia allí le quitaba espacio.

El aire frío del exterior fue una bendición en contraste con el sofoco interno. Le saludé con una sonrisa silenciosa y me devolvió el mismo gesto. Me coloqué a un lado, lejos de luz de la puerta para observarle y no Molestar.

Volvía a tener esa expresión de guardián de piedra, aunque sus ojos habían brillado cálidos cuando me saludó. El silencio de la calle me dolía aún en los oídos, así que opté por no hablar.

Solo quería su silenciosa y tranquilizadora compañía por un rato. Varias personas entraron y salieron durante algunos minutos, a las que Yunho prestó una ligera atención.

La noche se envolvía de oscuridad alrededor de las calles, con una media luna menguante, y pude ver que más allá aún había luces encendidas en las ventanas de las casas. Era poco después de la medianoche.

-               ¿Qué tal, Yunnie? - pregunté cuando creí que ya no saldría nadie más. Me miró a los ojos.

-               Bien. Casi como cada noche.

-               Es increíble que hagáis esto todas las noches hasta las 3. Yo a ésta hora por lo general ya estoy en la cama durmiendo- eso le hizo sonreír.

Apunté a su camiseta de manga corta, a través de la cual se veían los fuertes músculos de sus brazos

-               ¿No tienes frío?

-               Estoy acostumbrado.

Nos quedamos en silencio un Momento. Yo no sabía de que más hablar, pero tampoco me sentía incómodo a su lado, necesitado de llenar el espacio con palabras. Extraño para un escritor que vivía de ellas. De pronto la puerta volvió a abrirse y el sonido encerrado nos golpeó.

Tres chicos jóvenes salieron entre risas y olor a alcohol. Se quedaron un rato charlando allí, hasta que uno de ellos se volvió y colocó una tarjeta entre los dedos de Mo.

-     Llámame- dijo guiñándole un ojo, y se marcharon riendo y cuchicheando, mientras volvían la vista atrás.

Miré a Yunho, que se había quedado quieto con el papel entre sus dedos, sin ningún gesto en la cara. Quizás estaba incómodo, conmigo allí de testigo o sopesando las cualidades del chico, y cuando creía que se iba a meter la tarjeta al bolsillo para futuras “distracciones”, la arrugó en su mano, dando un suspiro cansado.

Sentí pena y simpatía por él, y algo así como alivio. Pero claro, no creí que fuera su primera, ni última “invitación” de la noche.

-            La belleza es una maldición... a veces- se me escapó decir, y me miró un instante con intriga, sonriendo luego para negar con la cabeza, en un gesto que creí algo sonrojado.

Se metió la tarjeta arrugada al bolsillo y mi corazón se tambaleó de celos.

Asi que así eran las cosas. Quizás después de todo, el chico sí había pasado la inspección. Me sentí enfermo de pronto, el aire frío arremolinándose a mí alrededor, entrando en mí hasta hacerme tener escalofríos.

Estúpido Jaejoong. ¿A quién pretendes engañar? No tienes ningún derecho- dijo mi demonio y su voz sonó fuerte en mi oído, mucho más que la música que había vuelto a escapar cuando alguien entró al local.

-               Me marcho- susurré

Cuando volvió la vista al frente. Me miró por un Momento, algo confuso

-          Será mejor que me marche. El último autobús antes del nocturno está por pasar- aclaré, con voz que a mí mismo me pareció temblorosa. Pareció que iba a replicar, pero solo asintió en silencio.

-               Es bueno que no te excedas tu primer día. Y menos si no estás acostumbrado

El timbre profundo de su voz me llenó de pronto de anhelo. Si me lo hubiese pedido, yo me habría quedado hasta el cierre, de pie allí junto a él.

Pero las cosas eran como eran. Asentí en silencio, buscando valor en mis zapatos

-               ¿Es largo el viaje a casa?

-               Una media hora, quizás menos, ahora que no hay mucho trafico en las calles- dije mirándole con esperanza, pero no vi ningún signo en él de lo que yo deseaba.

Busqué palabras con las que alargar lo inevitable

-               ¿Tú coges también el nocturno?

-               No. Tengo una Sport Touring- al ver mi confusión sonrió- Es una Moto.

-               Ah, vaya. Es genial que te puedas Mover de un sitio a otro, con mayor facilidad que en un automóvil. Aunque entraña algo más de riesgo, o eso tengo entendido.

-               Depende del manejo y las zonas de conducción. La mayoría del riesgo viene de los otros coches, como siempre. La Sport Touring por lo general es bastante segura en carretera y rutas campestres- Noté que hablaba con interés de ella y la apunté como tema de conversación

-               Si alguna vez decides quedarte hasta el cierre, puedo acercarte a casa con ella.

-         Oh, sería genial, Yunnie. Aunque temo que su virtud estaría en peligro, si se acerca demasiado a mi barrio- bromeé, pero frunció el ceño preocupado.

-               ¿Es un barrio peligroso?

-               No más de lo normal. Solo exageraba un poco. Es un barrio viejo y estrecho. Las casas no se caen de milagro. Y si las cucarachas no pagan alquiler, es porque nadie les ha cobrado aún- Intenté aligerar las cosas con algo de humor, pero eso hizo que su ceño se frunciera más

-               No es tan malo, en serio. No te fíes de mis palabras. Soy un cochino mentiroso, según Heechul- sonrió, pero aún parecía preocupado.

-              Voy a volver a entrar para su descanso. ¿Quieres tomar algo antes de marcharte?- ofreció con voz muy suave y profunda.

-               ¿Qué hay de un Cola-Yunnie?- eso le hizo reír con ganas.

-               Vamos.

Entramos, y aunque no pudimos hablar por el ruido de la música, estar cerca de él hizo para mí un mundo de diferencia. Aunque solo fuera en mi mente, quería creer que en ese momento yo lo era todo para él, como él lo era para mí.

Al terminar el descanso de Heechul, me despedí a gritos del cisne esquivo y seguí a Yunho hasta la puerta.

-        Bueno, aún te quedan unas horas por delante. Espero que no se te hagan muy pesadas, Yunnie.

-               Gracias. Y ten cuidado en el camino a casa, Jaejoong.

-             Lo haré. Hasta mañana- dije estirando mi mano. Necesitaba sentir su calidez. La estrechó con fuerza.

-                  Buenas noches. Qué llegues bien a casa.

-              Gracias, tú también. Hasta mañana a las 6- dije soltándole y alejándome unos pasos

-               ¡Qué duermas bien!- le grité cuando llegaba cerca de la acera. Le vi sonreír y alzar la mano brevemente.

Eso entibió mi corazón. Sí, mi demonio podía tener razón, no tenía ninguna potestad sobre él, pero ¿No tenía derecho al menos a intentarlo? El viaje en autobús me pareció breve y a pesar de todo, feliz.